#11 Informe de la semana 38
Un recorrido por mi semana a través de los discos que he estado escuchando
Foto de Ryan Howerter en Unsplash
Tras unos días en los que conseguí alcanzar cierto orden, las cosas se me han ido complicando otra vez. Entre enfermedades varias, visitas inesperadas y un desgraciadisimo accidente que terminó con mi amplificador inservible, esta semana ha sido un inmenso desastre. Especialmente, durante el fin de semana que es cuando suelo preparar mis informes. Pero bueno, aunque sea un día tarde, y lo haga un poco más corto, lo voy a hacer igual porque he estado escuchando cosas sobre las que me apetece muchísimo escribir.
En el informe de la semana pasada, dejé una serie de discos de los que pensaba hablar esta semana. Mi intención pasaba por establecer un orden de prelación a la hora de elegir que ponerme porque, de lo contrario, se me empieza a mezclar todo en la cabeza y no se que escucho y cuando. Sin ir más lejos, el otro día tenía un poco de ensalada a propósito de bar italia y su Tracey Denim y si lo había escuchado o no. Además, le añade cierta previsibilidad e interés para los lectores y lectoras. Al menos yo, lo agradecería. La idea, parecía mejor de lo que ha terminado siendo, pero no voy a desistir porque creo que es una dinámica positiva. Esta semana, por ejemplo, no voy a hablar de Wednesday y de shame, que los dejaré para la que viene, pero sí que abordaré a Silver Jews.
Como de costumbre, mis discos pueden ser consultados en Bandcamp (hay nuevos) y la lista completa de lo que he estado escuchando esta semana puede ser consultada aquí, aunque. a continuación, voy a comentar algunos de los discos.
Colored Lights (2023) - Colored Lights
Mi acercamiento a este disco se enmarca en un contexto muy concreto que debe ser explicado. No solo lo edita Bobo Integral y, por pura militancia indie, estoy determinado a comprar todo lo que me mole que editen, es que, además, los avances me gustaron muchísimo. Sin embargo, la razón fundamental fue porque era el disco de Frode Strømstad y, en lo personal, me llamaba muchísimo la atención. No había oído hablar de él hasta este año y resulta que Frode está detrás de I Was a King, forma parte de The No Ones (con Peter Buck y Scott McCaughey) y ha colaborado con Norman Blake de Teenage Fanclub. Son nombres muy grandes como para ignorarlo, a pesar de que no sean cosas que maneje habitualmente. No obstante, mis últimos y recientes escarceos en el pop, sumado a mi continua búsqueda de nuevos sonidos, me hicieron intuir que aquí habría mucho que rascar, a pesar de que no estoy nada familiarizado con la obra de Scott McCaughey o I Was a King y de que no me gusten los Teenage Fanclub a los que se refiere.
Lo que había escuchado de The No Ones, no me encantó. No es que no esté bien, es que yo me siento un poco lejos de lo que hacen. Por momentos, me resulta poco interesante, algo repetitivo y, en general, insulso. Aquí, quizá, cabría una reflexión un poco más larga sobre la pertinencia de cierto pop de padres. Un sonido que, normalmente, arriesga poco y se queda en unos parámetros bien definidos: melodías eléctricas de guitarras, que en parte refieren a Alex Chilton, canciones cortas y todo muy pequeño y accesible. No me malinterpreten, en este género hay grandes joyas, The Candle and The Flame, sin ir más lejos, pero no el de The No Ones. Sin embargo, por momentos, hay una serie de elementos que aportan un nivel de complejidad que trasciende el conjunto general y que me llamaron mucho la atención. Algo me decía que lo encontraría en Colored Lights y no me equivocaba. Warm Jets, el que para mí es el mejor tema del disco y uno de los primeros adelantos, presenta unas texturas absolutamente maravillosas que apuntaban en la misma dirección que mi intuición y cuenta con una parte final que me tiene hipnotizado desde la primera vez que lo escuché. Fue tal el enamoramiento, que me tiré de cabeza y me compré el disco.
En términos generales, es un disco raro y algo agridulce. Tiene temas muy buenos, además de Warm Jets, destacaría esa vibra a lo Yo la Tengo de Stabbing Clouds, el contenido de Wondering Woods y Primitive Move o la inmensa Gravity Test que es otro de los mejores temas del disco. Sin embargo, presenta algunos cortes muy abruptos, canciones muy cortas, Country Please dura 25 segundos, y desarrollos que te dejan con ganas de muchísimo más. En este sentido, hay una voluntad, por parte de Frode, de abrazar cierta experimentación musical que, si bien al principio resulta incómodo y un poco difícil de aprehender, una vez entras y aceptas que es exactamente lo que hay, se abre un disco que, como el paisaje de la portada, resulta altamente evocador, bello y muy disfrutable. Para mi, su principal virtud es que es muy sincero y claro en sus intenciones: hacer buen pop, atrevido e inteligente y, por eso, es un disco al que vale la pena prestar atención.
Every Good Boy Deserve Fudge (1991) - Mudhoney
En abril de este año Mudhoney publicó Plastic Eternity y me pareció una barbaridad de disco. De repente, este grupo legendario estaba en mi radar por primera vez ¿Puede un disco, en pleno 2023, ser exitoso y sonar, tímidamente, a grunge? Si alguien podía conseguirlo eran ellos y yo, tenía que entender cómo era posible que nunca hubiese prestado atención a este grupo. Más adelante en el año, leyendo el libro de Azerrad, Nuestro Grupo Podría Ser tu Vida, leí el capítulo que se les dedica y me dejó con más dudas que respuestas. Según Azerrad, la carrera de Mudhoney se queda a medio gas y no termina de despegar, ocupando un segundo plano, una rémora del pasado, siempre a la sombra de su EP Superfuzz Bigmuff. En efecto, la tesis es que nunca fueron capaces de recuperar la crudeza y la verdad del sonido de esas seis canciones (+ Touch Me I’m Sick) y que, por tanto, solo fueron una más de las posibles mejores bandas de rock del planeta que pueblan los primeros 90s. Antes, lo habían sido Hüsker Dü, Replacements, Dinosaur Jr y tantos otros que finalmente cedieron su puesto a Nirvana.
Sin embargo, ese relato amargo y tremendista no me terminaba de convencer. Al fin y al cabo, se trataba de una banda que, más de 30 años después de aquel Superfuzz, seguía en activo y en un nivel bastante alto. Este hecho contrasta, además, con la percepción general de la crítica y la gente. Cualquier búsqueda a propósito de los discos de Mudhoney, más allá de Tomorrow Hit Today, deja claro que hace mucho tiempo que perdieron el favor del público. Su página de RYM, es un buen ejemplo de ello. Dada la dualidad y mi necesidad de comprender la relevancia de este grupo, opté por preguntar en el consejo de sabios que es el Discord de
y a donde suelo acudir para solventar estas dudas. La pregunta terminó convirtiéndose en un debate sobre Mudhoney y el garage rock, altamente ilustrativo. Como consecuencia, esta semana he estado escuchando muchos discos de garage con la intención de comprender y conocer el contexto en el que Mudhoney forja su sonido y su leyenda y, además, poder contrastar la tesis de Azerrad.En términos generales, es cierto que el primer disco de Mudhoney, tal y como ellos mismos sostienen, es fallido. Los diferentes elementos que se le añaden, sumado, probablemente, a la producción cruda y sucia de Endino, le resta dinamismo a un disco que los aleja demasiado de su sonido característico y los acerca a ese sonido, el grunge, que se estaba cociendo en el Seattle de principios de los 90s. No en vano, la primera vez que lo escuché, este disco me pareció superior al EGBDF, que nos ocupa, por resultarme más familiar y cercano. En cualquier caso, las grandes canciones de este álbum son claramente inferiores a trallazos como Mudride o Touch me I’m Sick del EP.
Así, en esta segunda ocasión frente a EGBDF, llegué leído, estudiado y preparado para lo que me iba a encontrar. Unos Mudhoney seguros de sí mismos, conscientes de que era un buen disco, grabado tal y como ellos querían que se grabara, con Conrad Uno en la producción, corriendo los riesgos que ellos querían y exactamente lo que a ellos les salió de las narices hacer. De esta manera, este álbum consiste en una vuelta a su esencia primigenia que lo convierte en una obra seminal y paradigmática. En este disco, Mudhoney sienta las bases de un sonido único y, a la vez, largamente copiado. Es Garage, del bueno. Cuando lo escuchas, entiendes perfectamente que es la música física, porque está hecha con los músculos. Te empuja, te posee y hace que te muevas. Es pura potencia, no como el Hardcore que además es rabia, es pura potencia y ansia física. Pero también es grunge (lo que entendemos por grunge). Hay mucho rock duro, rock de ese setentero cutre, en este disco.
Es brillante cuando toca, irónico cuando quiere y siempre sorprendente. Su concepción, es extremadamente refinada e inteligentes son sus intenciones, Mudhoney quiere hacer este disco tal y como es, por eso también es burdo y crudo en su ejecución. Uno se puede pasar una vida entera buscandolos y no saber que la respuesta está en Every Good Boy Deserve Fudge. Entre sus canciones, cuenta con algunos temazos, como Broken Hands, que es el tema más largo del disco y el que más se acerca al grunge de bandas como Nirvana, pero también otros como Thorn, Let it Slide, Fuzzgun ‘91 o Pokin’ Around. Todo el conjunto del disco es algo único e irrepetible y, hoy por hoy, uno de mis discos favoritos de todos los tiempos.
Me gusta tanto, que es el primer disco en edición deluxe que he comprado porque me moría de ganas de escuchar las sesiones de grabación de los temas, me atenazaba la necesidad de introducirme en la gestación de este disco porque estaba seguro de que había oro, y la edición de Sub Pop es absolutamente deliciosa. Si algo tiene Mudhoney es que son un grupo de esos que hay que escuchar, que hablan con su música y con nada más. Dirán, los entendidos que es grunge, pero esa etiqueta le queda muy corta a este disco y a esta banda que nada tiene que ver con el sonido de grupos como Pearl Jam (de la cual comparten tronco) o Alice in Chains y si, y mucho, con el primer (y genial) disco de Nirvana. No, no son grunge, son garage, guarro y fuertemente influenciado por el rock duro, pero garage al fin y al cabo. Esta dificultad a la hora de catalogar su sonido le juega en contra, pero su terquedad les honra.
Mudhoney no fueron la banda de rock más grande del planeta, porque no quisieron serlo. Siempre han sido y han hecho exactamente lo que ellos han querido. A veces son mejores, otras peores, a veces con más acierto y otras menos, pero siempre fieles a sí mismos y, a mi, me tienen ganado.
American Water (1998)/Tanglewood Numbers (2005) - Silver Jews
Había escuchado previamente a Silver Jews y no me había gustado nada. No se muy bien qué es lo que me había encontrado o que me habría dado rabia de lo que había aquí, pero preferí ponerle 2 estrellas (en RYM) y pasar de ellos para siempre. Así se hubiese quedado, si no hubiese descubierto que el último disco de David Berman, alma del grupo, lo había grabado con Woods como banda (Purple Mountains). El caso es que, tras escucharlo y quedarme completamente rendido a los encantos de All My Happiness is Gone llegué a la conclusión de que tenía que volver sobre el grupo porque me había perdido algo. Luego, además, tuve la oportunidad de leer este disco a disco publicado en
y supe de la historia de David Berman, de sus depresiones, de sus inestabilidad emocional, de sus intentos de suicidios y de su suicidio en 2019. Con Berman, se truncó una de las carreras más interesantes que he tenido la oportunidad de descubrir este año, con perdón de Mudhoney, y una persona con una capacidad creativa desbordante. He reseñado dos, de los 7 que tiene que son los que a mí más me han gustado, pero todos valen la pena ser escuchados al menos una vez, especialmente Bright Flight y Purple Mountains.American Water es, probablemente, su mejor disco. El más compacto y el que mejor se deja escuchar y, además, se acompaña de Malkmus, de Pavement. Esto no quiere decir que los demás discos que hemos citados sean complicados, tan solo que, a nivel estilístico, se produce un cambio interesante. Berman deja un poco de lado ese sonido lo-fi folk del natural bridge y abraza un sonido más elaborado y para mi gusto más satisfactorio. No en vano, cuenta con algunos de los mejores temas de Silver Jews como son Random Rules, esa Smith & Jones Forever que es, para mi, su mejor tema, con perdón de All My Happiness is Gone, la inmensa People o la menos celebrada, pero no por ello peor, Honk if you’re Lonely. Con todo, American Water es un gran disco, uno de esos que, una vez consigues entrar, se te mete dentro y no te suelta.
Para cuando llega Tanglewood Numbers, publicado en 2005, el escenario y la voluntad de Berman es diferente. Aquí, ya ha tenido el primer intento de suicidio, Silver Jews volvían después de un largo hiato de 4 años y las intenciones que se hallan detrás de este disco son otras. Este disco cuenta con un sonido mucho más cuidado y más elaborado que los discos anteriores, hecho que le aporta brillantez a todo el conjunto, a la vez que le da una gran consistencia a todo el conjunto. En este disco, conviven de una forma muy humana la tristeza y el cinismo, pero también una felicidad sincera que, en mi caso, me ayuda a conectar de una forma clara con este Tanglewood. Emocionalmente hablando, es un disco muy sincero y cercano. Quizá, en términos generales, no llega a la altura de American Water, pero es un disco cuyo discurso propio y particular contexto le otorga mucho empaque y, para mi, el más disfrutable de todos los discos de Silver Jews.
Para la semana que viene:
Cure For Pain (1993) - Morphine
Food for Worms (2023) - shame
Rat Saw God (2023) - Wednesday
The Lonesome Death of Buck McCoy (1997) - The Minus 5
Olé! Tarantula (2006) - Robyn Hitchcock & The Venus 3
Rock Action (2001) - Mogwai
Mogwai Young Team (1997) - Mogwai