#14 Informe de la semana 41
Un recorrido por mi semana a través de los discos que he estado escuchando
Foto de Mirta Fratnik en Unsplash
Ayer me llegó, por fin, el nuevo amplificador. Es un Yamaha RX-V4A que he comprado de segunda mano a un precio muy razonable y cuyas prestaciones cumplen con creces lo que esperaba de él. Así que, en las próximas semanas, me iré dedicando a deshacer el atasco de discos pendientes y que tampoco tengo listos para esta semana.
La semana pasada, hablando de Melenas y de su nuevo disco: Ahora, reparé en toda una serie de novedades de grupos estatales, que había ignorado completamente. No soy nada dado a ponerme a escuchar música local. No hay ninguna razón particular, tradicionalmente, me ha llamado mucho más la atención la música anglosajona, en concreto la música norteamericana de los 80 y primeros 90s, así que salvo honrosas excepciones, nunca me ha interesado la escena estatal española. Sin embargo, en una casualidad que aún me fascina, este 12 de octubre me puse a escuchar a Aiko el grupo, Alexanderplatz, Grande Amore, entre otros. De los dos primeros, voy a comentar sus discos de 2023, porque son los que más me gustan, aunque también he estado escuchando sus discos previos (Va Totalmente en Serio y Parques Nacionales Españoles) ambos, muy recomendables. La propuesta de Grande Amore, a pesar de su impresionante portada, no me atrae, aunque hará las delicias de quienes sean fans del punk de sintetizadores. Además de estar escuchando mucha música en castellano, he recuperado el Jamboree de Beat Happening, que constituye la última escena del libro de Azerrad, del que no había oído hablar y cuyo descubrimiento me ha resultado muy interesante, más en un sentido filosófico que musical. Por su parte, en el apartado de novedades y por primera vez en mucho tiempo, he estado completamente entregado a un disco de metal extremo, el excelente The Enduring Spirit de Tomb Mold, una banda canadiense de la que tampoco habia hablar y que, sin duda, prestaré más atención a partir de ahora.
Como de costumbre, mis discos pueden ser consultados en Bandcamp (esta semana no hay nuevos) y la lista completa de lo que he estado escuchando esta semana puede ser consultada aquí. Sin más preámbulos, vamos a comentarlos.
Noches Blancas, Mañanas Negras (2023) - Alexanderplatz
Nunca me había parado a escuchar a Alexanderplatz, ni en solitario, ni con su grupo: Klaus & Kinski. El grupo sigo haberlo escuchado, pero su carrera se enmarca en el contexto de aquella escena murciana de los 2000s que llegó a ser verdaderamente boyante. Aunque fueron un poco tardíos, la banda publica su primer álbum en el 2008 y se disuelve en el 2013, gozaron de una gran notoriedad en los circuitos especializados del estado español. No soy ningún experto sobre la Nueva Ola Murciana y tampoco he encontrado muchas referencias al respecto, así que voy a evitar decir tonterías. El caso es que Alejandro, una de las partes de Klaus & Kinski, continuó su carrera en solitario, primero con Muera Usted Mañana en el 2018 y luego con Parques Nacionales Españoles en el 2021. Este último, lo había estado escuchando en otros momentos y he vuelto a él estos días, por eso de tener un poco de contexto. Es un buen disco, pero a mi me ha resultado mucho menos interesante que el que nos ocupa.
Noches Blancas, Mañanas Negras, es un disco atrevido y con una concepción que resulta de lo más sugerente. Entre sus temas, podemos transitar toda una serie de texturas y estilos que lo convierten en una delicia constante. A diferencia de lo que me he encontrado en el Parques Naturales, aquí, la propuesta me resulta mucho más coherente y sólida. De esta forma, hay sitio para todo. Tal y como él mismo señala en Bandcamp, desde el rockabilly de hipnoparto, pasando por el pop más clásico, atravesando llanuras de synth pop, en Virgencita, uno de los mejores temas del disco, haciendo una parada en una suerte de ranchera, en Ascética Básica y culminando toda la experiencia en ese tema ácido y rockero que es Veneno Gratis, aquí hay lugar para todo. Además, en el aspecto emocional, presenta una temática introspectiva y una forma muy concreta de ver la vida, en la que si consigues entrar solo vas a encontrar satisfacción y buen gusto.
No es que los demás discos sean inferiores, o incluso malos, es que este disco es absolutamente excelente. Su único defecto es que, llegado cierto punto, se acaba. Si tengo que elegir un disco del año, para el estado español, sin duda será este.
Me Están Apuntando con un Arma (2023) - Aiko el Grupo
No tengo mucho contexto a propósito de este grupo, más allá de lo que he leído en su bio en Elefant Records (su discográfica) y la claridad de sus dos discos: Va totalmente en serio y Me están apuntando con un arma. Ambos, claramente influenciados por el pop de bandas como Veronica Falls o Joanna Gruesome (cuyos componente forman The Tubs, de los que hablaremos en otro informe) y, sobre todo, por las grandes referentes del Riot Grrrl: Bikini Kill y Bratmobile. De esta forma, condensan en su estilo la inclinación estética de los primeros y el cabreo y la mala baba de las segundas, contestandome con un rotundo sí a la pregunta de si existe el punk en castellano, más allá de los grupos costrosos de finales de los 90 y primeros 2000s. Esta referencia resulta capital, especialmente si tenemos en cuenta que las primeras veces que escuché este disco, no entré para nada. A veces, cuesta un poco desprenderse de determinadas rémoras y prejuicios y en mi caso, me costó encontrar la pista emocional de Aiko el Grupo. Para mí, el punk era otra cosa y, menos mal, que me equivocaba. Personalmente, prefiero el segundo disco al primero, aunque sé que tiene muchos defensores.
Me están apuntando con un arma sintetiza en un único disco y 11 canciones, todo lo que me gusta del pop y todo lo que me gusta del punk. Estos dos estilos, tan alejados en el imaginario colectivo, no lo están en lo musical y este disco es la prueba fehaciente. Música de guitarras, aunque hay mucho sinte, fuertemente física, emocionalmente intensa y sin renunciar a una coherencia estética que le juega muy a favor. Se pueden sentir los saltos, los empujones, el envite y el desdén cuando se escucha. Todos los temas son pura potencia, ese desgañitarse gritando: ¡Que me dejes en paz! como ellas mismas hacen en uno de sus mejores temas: K Pesao. Pero también hay muchísima ansiedad, propia de los tiempos que corren, prisa, todas las canciones van aceleradas y se consumen en los dos minutos que duran y, sobre todo, una reivindicación de la ingenuidad consciente que también encontramos en bandas como Beat Happening de la que hablaré luego. Pero, donde el disco me parece excepcional es en el apartado de las letras, donde dan rienda suelta a una creatividad claramente desbocada. Llegan, incluso a meter con éxito el archiconocido: Te fuiste a Moscú, me dejaste tururu y frases como: eres más vago que Morodo, no me des las gracias tu no tienes de eso o miles de pequeñas joyas escondidas entre las canciones de este disco. Incluso tienen un estribillo, en La Seli, que dice: rikirikirikiriki ¿Qué más quieres? (Esto es mio). A mi, me han encantado temas como Es la Forma que Tienes de Ocultar Algo Que Hay en Tu Mente, GTA, Romantinsky y, sobre todo, Peñacastillo, un temazo completamente desquiciado y pasado de vueltas.
Con todo, si algo saco en claro de este disco, es que es importante acercarse a propuestas de hoy, con una mente abierta y dispuesto a que te rompan los esquemas. Si no hubiese decido dejar caer mis concepciones sobre lo que es el punk, nunca hubiese podido disfrutar de este disco que, estilística y emocionalmente está mucho más cerca de Piperrak de lo que cabría esperar y, sin embargo, a primera escucha no lo parece. Si hay algo que me gusta de estos tiempos, es ver como todo cae y, sin duda, Aiko el Grupo sabe donde pegar. Si Alexanderplatz era mi disco del año, Aiko son el segundo puesto.
The Enduring Spirit (2023) - Tomb Mold
Siguiendo la estela de grupos sin ningún contexto llego a este Enduring Spirit y a Tomb Mold. No sé quienes son, ni estoy nada familiarizado con su obra previa. Llegué a ellos porque es el disco de metal que está recabando más atención estos días. No es solo que en Pitchfork le han puesto un merecidísimo 8.6, es que además lo han nombrado Best New Music, nada desdeñable si tenemos en cuenta su carácter extremo y nada accesible. Porque si, es un disco de metal extremo pero, a la vez es progresivo, experimental y absolutamente apabullante. Todos los años sale un disco que reúne todas estas características y que resulta ser una maravilla, el año pasado fue Chat Pile, con perdón de Brutus y Ashenspire y, este año, le toca el turno a Tomb Mold.
En lo personal, presenta algunas características típicas del Death Metal que me se me hacen muy cuesta arriba, especialmente en el aspecto vocal, cuya voz grave y gutural se me hace casi insoportable y preferiría que no estuviese. Normalmente, me habría quedado ahí y no hubiese insistido. Sin embargo, la calidad de lo que está ocurriendo por detrás es demasiado alta como para ignorarlo. Las progresiones de los temas, bastante alejados de lo que es normalmente el Death Metal, presenta una complejidad que no escuchaba desde los tiempos del Leviathan de Mastodon o el disco de 2019 de Blood Incantation (cuyas similitudes son evidentes). En este sentido, muy a destacar el efecto que hacen la batería, claramente metal, y los riffs de las guitarras estallando en una intensidad brutal y continua rompiendo la melodía de las canciones todo el rato. Este efecto es algo que yo aprecio mucho y que aquí se explota con fruición. Ahora bien, la razón que me hace traerlo aquí es Will of Whispers, casi 7 minutos en cuyos desarrollos se aprencia una belleza insondable. Me ha parecido algo sublime. En todos los temas del disco se pueden encontrar pequeñas joyas y tramos de una belleza inusitada, pero ahí es algo absolutamente increíble. La manera en la que se construye, las influencias del jazz, el derroche de técnica detrás de los riffs que van creciendo en intensidad y ese tramo final, estallando en unas guitarras preciosistas y melódicas valen por sí mismas cualquier acercamiento. Pero es que en el siguiente tema, Fate 's Tangled Thread, también de casi 7 minutos, volvemos a encontrar un desarrollo muy similar y con un resultado igual de interesante, yo incluso prefiero la parte final de este tema, aunque en conjunto me guste más el anterior. En total, solo estos dos temas, nos dejan casi 20 minutos de absoluta y oscura belleza. Pero Tomb Mold dan rienda suelta a todo lo que tienen para ofrecer es en el tema que cierra el disco: The Enduring of Spirit Calamity, un impresionante tema de casi 12 minutos a lo largo de los cuales va mutando en todas direcciones y atravesando momentos de velocidad thrash, momentos de stasis Doom, tramos de brutalidad Death, e incluso una especie de AOR un tanto inesperado. En definitiva, una tremenda y constante montaña rusa llena de emociones extremas y saber hacer que hará las delicias de quien se atreva a asomarse a este disco. A partir de aquí, ya es cuestión de tener estómago y ser capaz de negociar con una voz que, al final, se termina diluyendo, por suerte.
Con todo, acercarnos a propuestas tan extremas y fuera de nuestra zona de confort, nos aporta una visión de conjunto que vale mucho la pena. En mi caso, siempre he picoteado en este plato y siempre he encontrado cosas altamente disfrutables pero hacía tiempo que no me gozaba tanto un disco de metal. Muy recomendable, aunque sea una única vez.
Jamboree (1987) - Beat Happening
Tampoco había oído hablar de Beat Happening, y no tenía ni idea de quienes eran, hasta que me he leído su capítulo en el libro de Michael Azerrad, donde ocupa la última posición. Personalmente, para cuando llegué a este grupo, ya empezaba a acusar cierto cansancio, no en vano llevaba leídas y analizadas alrededor de 15 carreras apasionantes y en las que tenía muchas ganas de bucear. Así que, Beat Happening, me daba un poco igual. Esta sensación, es extrapolable a la propia trayectoria del grupo, al menos según Azerrad, llegaron al final de todo el proceso, se mantuvieron en activo entre el 85 y el 92, y llevaron hasta el extremo el carácter independiente y do it yourself tan propio de la época, granjeandose cierta enemistad por parte del colectivo que ya empezaba a comulgar con las grandes discográficas. Además, también se ganaron un fuerte rechazo por la temáticas de las letras y el constante, y consciente, cuestionamiento a una masculinidad hegemónica que se estaba empezando a imponer, representada por figuras como Chris Cornell y Eddie Vedder, que es objeto de burla en Barbie en la escena de las guitarras y que terminará mutando, con el tiempo, en la llamada Frat Culture.
A nivel musical no representan, al menos a mi juicio, nada especialmente interesante. No tenían ni idea de tocar y no era algo que les importase. Tampoco en este Jamboree, aunque es junto con You Turn Me On, su disco más redondo. Ahora bien, su interés radica en la voluntad de demostrar que se pueden hacer las cosas de otra manera. En concreto, movilizar un abanico de emociones rico y profundo que no tenga que recurrir a la ira, la violencia o los pogos para expresarse de una forma completa y libre sin dejar de sonar potente. De esta forma, dan rienda suelta a temáticas mucho más naïve, en apariencia, y aspectos de raigambre más femenina, que se alejan de temas fuertemente masculinos y abrazando una suerte de militancia queer, antes de que eso existiese (explícitamente). Este punto, en realidad, resulta capital porque es la llave que abrirá la puerta de un mayor registro emocional, en contraposición, por ejemplo, con la obra de Pearl Jam, y que se plasmará, fundamentalmente, en los grupos de la segunda generación indie en Estados Unidos. De esta forma, grupos como Pavement, Sugar (con temáticas claramente queer), Slint, de los que hablé la semana pasada, o Nirvana (Kurt Cobain nunca perdió la oportunidad de recomendarlos y se tatuó el sello de K records en el brazo) y su todopoderoso Nevermind, introducirán, a través de sus canciones y su imaginario, una nueva manera de entender lo masculino que resultará muy rupturista con las concepciones de épocas anteriores, como en el hardcore, pero también que permitirá la expresividad hasta el momento, nunca antes vista en esa esfera.
En esta misma línea, destaca además el papel que juega esta banda y, en concreto su sello K Records, en vehicular el movimiento Riot Grrls al favorecer el encuentro de chicas punks en la convención indie que organizaron en los primeros 90s y en la que participan bandas de la talla de Bikini Kill, L7 (que ya habían firmado por una major) o Terrorist de Heavens To Betsy (La banda de Corin Tucker antes de Sleater-Kinney). Allí, en ese contexto, es donde se forja y adquiere entidad todo un movimiento que surgirá al margen no sólo de las grandes discográficas, también en contra de aquel hombre afectado y emocionalmente tullido que representa el estereotipo masculino del grunge de la época.
En definitiva, la importancia de Beat Happening, no radica tanto en su música, que aun así es disfrutable, como en lo que representaron para todo un grupo de jóvenes, chicos y chicas, que andaban buscando una manera diferente de experimentar su propia emocionalidad y que lo encontraron en sus canciones, sus conciertos y su actitud en general. Siempre había sido consciente del cambio temático y narrativo y de la transformación que opera en el paso de la primera a la segunda generación, pero nunca había dado con esta clave, que arroja una claridad que necesita ser recordada y puesta en valor. Porque hoy, igual que entonces, nos muestra a una serie de referentes que optaron por dar la espalda a sus privilegios.
Para la semana que viene:
Food for Worms (2023) - shame
Rat Saw God (2023) - Wednesday
Weezer (Blue Album) (1994) - Weezer
https://music.youtube.com/playlist?list=OLAK5uy_kGnC_fOVKPfQnJVKoensj-YtUfyJfOIPo
Coriky (2020) - Coriky
Cavalcade (2021) - black midi
In Utero (1993) - Nirvana