This Machine Kills Fascists: un camino para acabar con el streaming.
Una experiencia real fuera de la rueda del capitalismo de contenido
Cerré el post anterior con la promesa de plantear una alternativa al modelo del streaming. Pues bien, os presento la primera Pequeña Guía tinkernet para Reapropiarnos de la Música. A lo largo de este post voy a desarrollar una serie de cuestiones relacionadas con el hardware y el software necesario para acceder a una experiencia parecida al streaming, sin depender de terceros y, en especial, escapando de la lógica capitalista y mercantil de las grandes corporaciones del contenido cuyo objetivo pasa por enriquecerse ellos y les da igual la música, los y las artistas o nuestros gustos.
No se trata aquí, de hacer un alegato reaccionario contra lo digital. Creo que esto seria dispararnos en el pie. Aunque pueda parecer lo contrario, lo digital encierra no pocas virtudes y nos permite acceder a una experiencia audiofila muy decente por mucho menos dinero del que ha costado nunca. Además, no hay que perder de vista que facilita la creación, ayuda a almacenar grandes cantidades de discos o permite una experiencia de escucha confiable y placentera, entre otro millón de cosas. Es verdad, no tiene la calidez de lo analógico, pero la experiencia es exactamente la misma y, por tanto, igual de satisfactoria. En cualquier caso, mi alegato, se dirige contra la estructura sobre la que se sustenta el capitalismo de las grandes plataformas de contenido. Esas que, a fuerza de destruir el ecosistema de la industria musical, han conseguido empobrecer la experiencia de escuchar música hasta convertirlo en un acto reflejo, algo que con lo que rellenar tiempo, un ruido de fondo y, por el camino, han construido una manera de generar gusto, de controlar la oferta y de obliterar la diversidad de algo, la música pop, que siempre ha sido impredecible e inabarcable. No es ya que no exista camino para los pequeños, es que ni siquiera los grandes son capaces de rentabilizar sus propias producciones.
La pregunta que emerge es evidente: ¿Quiero ser parte de la maquinaria de destrucción de esto que tanto me gusta? ¿Quiero ser parte integral de un sistema que me hace cómplice de empobrecer a las personas que tanto me dan con su música? Para mi, la respuesta es evidente y es lo que inspira todo este post. Ahora bien, es evidente que nada de lo que voy a contar interesará a una persona que no sienta una incomodidad manifiesta con sus practicas en internet y su relación con la música. Huelga decir que optar por no usar suscripciones y del streaming no es barato, no es cómodo y, sobre todo, requiere una gran dedicación en términos de horas. De hecho, no creo que sea muy rentable para la gran mayoría de la gente, pero, si fuera fácil, todo el mundo lo haría y, entonces, todos y todas nos daríamos cuenta de que Spotify y cía, no tendrían nada que vendernos.
1. ¿De Donde Sacamos la Música?
La primera cuestión que subyace es la música. Los archivos propiamente dichos. La construcción de una biblioteca es todo un compromiso personal y resulta complicado aventurar e imaginar cuales van a ser los discos que vas a necesitar. Es un continuo proceso de descubrimiento que nunca sabes como o hacia donde va a ir. Para mi, este es uno de los puntos que mejor rellenan las plataformas. Es mucho más fácil buscar un nombre, darle a un corazoncito y tenerlo asociado a tu perfil, que plantearte comprarlo, taggearlo y meterlo en la biblioteca. Digo más, estoy convencido de que es uno de los aspectos que mejor explican el uso masivo del streaming. En efecto, al suscribirte a Spotify, tienes acceso a todos los discos que quieras, mas bien que estén disponibles por contrato, lo que hace que, de facto, no te tengas que preocupar de tenerlos. Aquí se produce una de las transformaciones más importantes de todo esto: por primera vez, podemos escuchar un disco sin pagar por el. Este hecho, tiene un fuerte impacto a nivel estructural y transforma de facto la manera en la que nos relacionamos con los artefactos y la cultura. Los desencializa y los convierte en una suerte de nada, en un elemento que no ocupa sitio, que no es en realidad, un dibujo en medio de una interfaz que puede desaparecer tan tapido, como aparecer. Algo, que no nos cuestiona que, detrás, hay gente que vive de esto. Cuando decidimos individualmente el destino de todos y cada uno de los discos que componen nuestra biblioteca, cuando cada disco implica el esfuerzo de comprarlo, taggearlo y almacenarlo, la relación que establecemos con el objeto es mucho más sincera y real, más nuestra. Parece una tontería, pero no lo es.
Este es, quizá, el primer gran escollo y el más caro. Fuera de las plataformas tienes dos opciones: o te haces con la música de una manera no legal o los compras uno por uno. Aquí estoy reduciendo las opciones, pero también se pueden extraer los WAV de nuestros CDs o incluso de los vinilos. En cualquier caso, tanto el CD, como el Vinilo, hay que comprarlos uno a uno, así que no hay mucha diferencia con la comprar en FLAC. En este ultimo caso, mi elección, hay que tener en cuenta que es imprescindible que la tienda en la que los compremos no haga uso de DRM, en caso contrario no tendrá el control sobre el archivo. El Digital Right Management o DRM, es un sistema de control que se introduce en el código de la canción para que no puedas reproducirlo en ningún sitio que no sea la plataforma de quien vende. Por suerte para todos y todas, tanto Bandcamp, donde la remuneración es justa, es transparente y la calidad de los archivos es insuperable y la tienda de Qobuz, que es un poco menos transparente, están libres de DRM, por ahora, y representan dos lugares estupendos para adquirir música a un precio justo que cubre todo el espectro, Qobuz se ocupa del mainstream y Bandcamp de lo más indie. Insisto, por ahora. También es cierto que la tendencia general del ecosistema alternativo al streaming tiende hacia este modelo y ambas están en plena transformación. Por ejemplo, la noticia más reciente en este sentido, es la compra de [PIAS] por parte de Universal.
El caso es que construir una biblioteca de música requiere mucho espacio físico, véase un disco duro mecánico (HDD) o un disco solido (SSD) bastante grande y tienden a ser caros. Un disco de 2 Tb de 3.5 pulgadas barato, de Seagate o Western Digital, puede costar unos 70 euros (casi un año de Spotify). Por ejemplo, la mía, que es pequeña y cuenta con unos 460 discos, actualmente ocupa unos 200gb y, obviamente, va a seguir creciendo en la medida en la que me voy acordando de algunos discos o escuchando nuevos. En este sentido, es importante tener claro que existe cierto margen gracias a la enorme diversidad de formatos, calidades y tamaños que pueden tener los archivos de música. Siguiendo el ejemplo de mi biblioteca, lo tengo todo en FLAC, que son archivos grandes, pero en mp3 o m4a, ocuparía, mas o menos, la mitad y aunque habría perdida de calidad tampoco seria un drama irresoluble, no olvidemos que Spotify no tiene tier Hi-Fi, siendo mp3 320 su tope. Y, también requiere mucho tiempo. Pero tenemos todo que ganar. Cuantos de nosotros y nosotras, tenemos discos olvidados en el perfil, que ni siquiera nos gusta o no hemos escuchado nunca pero una vez, de refilón, vimos que nos lo recomendaba el algoritmo o le habían puesto un 10 en Pitchfork. Hola Lonerism.
Antes de cerrar este primer epígrafe, me gustaría señalar un punto cuya reflexión es absolutamente imprescindible. Vivimos, a día de hoy, unos tiempos de posicionamientos muy fuertes. Existen muchos aspectos de nuestras vidas, cuyo pensamiento ha adquirido una tremenda importancia y no es para menos. Como sociedad, hemos dado pasos de gigante en nuestra capacidad de imaginarnos. Hemos aprendido que todos, y en menor medida todas, somos muy machistas, también que somos muy racistas, hemos aprendido que hay verdaderas tragedias allende los mares, y de las fronteras, que no hay un planeta B o que vivir es mucho más que pagar un alquiler. Sin embargo, parece, aun no hemos sido capaces de entender que un ecosistema cultural que apueste por la cultura, y no por el contenido, requiere de un corpus implicado y militante que pelee con uñas y dientes por él y se identifique con su protección. Si no nos comprometemos, como usuarios, consumidores o meros espectadores, poco a poco, nos lo irán arrebatando. Hay que mimar a nuestros artistas, hay que pagarles por lo que hacen, hay que animarles a seguir pero, sobre todo, no podemos dejar que un algoritmo decida cual va a ser la cultura del mañana, porque no nos va a gustar lo que salga. Tampoco podemos permitir que una empresa nos utilice como ariete contra sus derechos, su remuneración, sus condiciones de trabajo o su propia subsistencia. Solo nosotros y nosotras, tenemos esta capacidad, como lo demuestran casos como iTunes abandonando el DRM. Tenemos muchísimo que perder.
2. This Machine Kills Fascists
Con todo esto en mente, lo que planteo es una manera de poder escuchar la música que queramos, cuando queramos, donde queramos, en el lugar y el dispositivo que queramos y en la calidad que queramos. Sin depender de ninguna limitación, ninguna obsolescencia y ninguna relación comercial entre terceros. Una manera de utilizar lo mejor de internet, sin pasar por el capitalismo de las grandes corporaciones o dejar que mi relación con la música se encuentre mediada por intereses espurios. Mi primera opción, como imagino que muchos y muchas habréis pensado, fue la neoludita. Apagar internet. Salirme del streaming y focalizar en la experiencia física. Sin más, empecé a comprar vinilos, me compré un AVR (amplificador) que integrase todo el sonido de mi casa y se convirtiese en el centro neurálgico de mi salón y un plato tocadiscos. Esta opción fue perfecta durante bastante tiempo pero, en el largo plazo, se volvió inoperante y empezaron a aparecer los problemas. No solo no podía escuchar música fuera de casa, donde seguía dependiendo de Tidal (por aquello de la justicia en las regalías que no es tal), a medida que mi vida se fue haciendo cada vez más complicada, se hizo difícil lo de encontrar momentos para sentarse a escuchar un disco. Los hay, pero son los menos. A pesar de que me gustaba, no me servía, como imagino que no os servirá a la mayoría.
En mi setup, la clave pasa por el AVR, en mi caso un Denon AVR-S650H que terminaría siendo reemplazado por un Yamaha RX-V4A tras un fatídico accidente. Este tipo de dispositivos, cuyos precios oscilan entre los 400€ y los 700€ en las gamas más bajas, además de soportar Tidal y Qobuz, en el tier audiofilo, (Spotify, como hemos señalado antes, no tiene calidad Hi-Fi) integran un protocolo de conexión que se llama DLNA y que tiene la particularidad de ser libre, de código abierto y soporta la retransmisión directa de archivos FLAC sin necesidad de codificar. Es importante mencionar que las barras de sonido también cuentan con esta función, aunque no tengan amplificación, pudiendo permitirnos acceder a una calidad de sonido casi audiofila con un único dispositivo e integrando la experiencia de escucha como lo harías con un AVR. El problema principal de las barras de sonido es que no tiene amplificación y, por tanto, no cuentan con salida analógica. Por otro lado, también se pueden montar sistemas similares con los Alexas de Amazon, gracias a la app My Media for Alexa, aunque estos dispositivos no soporten FLAC de forma nativa y con los Google Home, que se integran en el ecosistema de PLEX y reproducen en FLAC nativo. En cualquier caso, la existencia del protocolo DLNA, implicaba, a grandes rasgos, que podría escuchar música, en formato digital, a calidad CD como mínimo, desde un servidor propio. Un momento: ¿Un servidor propio? Y así, empezó todo.
¿Qué es un servidor Propio?
Hasta llegar al setup actual, que espero me dure mucho tiempo, el servidor ha tenido tres versiones, sin contar las primeras pruebas que estuve haciendo con el ordenador. La primera, la más sencilla, se basó en un NAS DS115J de Synology, que era muy limitado pero me sirvió para medir el alcance de lo que tenia entre manos. Gracias a esta primera iteración entendí lo que estaba buscando y como lo podría conseguir. La segunda versión, ya un poco más elaborada y adaptada a mis necesidades, fue un HP EliteDesk 800 G3 Mini con un i5 6500t y 16gb de RAM. Supe, desde el principio, que le terminaría cambiando la CPU, pero quería poner todo el aparato a tono y ver si yo era capaz de configurarlo. La ultima, la más actual, es el mismo HP pero con un i7 7700t y 32gb de RAM, al que ya no le estoy haciendo mantenimiento y rueda solo, a pleno rendimiento. A día de hoy, son muchos los elementos de mi flujo de trabajo, y de mi vida, que pasan por el servidor. Es mi bloqueador de publicidad, es donde centralizo todo todas mis películas, mis discos, mis libros, mis cómics, donde tengo el servidor de Minecraft o el lugar en el que sincronizo mi bóveda de Obsidian, desde donde estoy escribiendo este post. Es el centro neurálgico de casi todo lo que ocurre en mi casa y, cada vez más, también fuera. Vine por la música y terminé autohospedando casi toda mi presencia online.
Como sistema operativo, esta decisión es importante porque va a determinar todo lo que tenga que ver con el servidor, utilizo unRAID. Cuando me puse manos a la obra, coincidió con un periodo de oferta y tuve la oportunidad de hacerme con el Basic, antes de que desapareciese, pero la versión Starter está muy bien también. Quizá, el hecho de no ser gratis es su principal punto en contra, bueno y la gestión de la temperatura que es un poco aleatoria. Aunque, en general, es el que me parece más sencillo de entender y más cómodo de utilizar. Me gusta mucho su gestión de Docker, lo fácil que es instalar y probar todo tipo de aplicaciones, lo verdaderamente nutrido de sus repositorios y, en general, todo lo que implica la gestión del almacenamiento, el llamado array. También es muy interesante el hecho de instalarse en un USB y, por tanto, no ocupar un disco duro completo solo al SO. En este mismo segmento, los sistemas operativos libres, tenemos TrueNAS, que es la evolución de FreeNAS y es gratuito. En general es muy parecido al primero, ambos están basados en Linux, pero como sistema es un poco más complejo y difícil de usar, usa Kubernetes en vez de Docker, que es más potente para grandes servidores, y tiene menos aplicaciones disponibles, así que terminé optando por el primero. De los dos, unRAID está más orientado al pequeño consumo y TrueNAS más a un perfil mucho más técnico, pero cualquiera de los dos hacen bien el trabajo. En el segmento de los no libres, los que se dicen propietarios, destaca por encima de todos DSM, el que ha desarrollado Synology para sus NASs. Personalmente, creo que es el mejor de todos, con una importante distancia con el resto. Es cómodo, es intuitivo, tiene una tremenda infinidad de aplicaciones de lo más interesantes, incluso integradas en Android, pero solo está disponible para sus propios dispositivos. Este hecho complica su uso, aunque existe un proyecto, Xpenology, que permite instalarlo en cualquier sistema. Yo no lo he probado, pero no parece muy complicado. Existen, además, otras muchas opciones, como Proxmox, pero son más complejas y se enfoca a solucionar cuestiones mucho más exigentes que establecer un servidor casero.
En cuanto al almacenamiento, lleva dos discos duros. Un SSD de 1Tb que es donde tengo instaladas las aplicaciones, los dockers, y donde se gestionan todas las descargas de contenido. He optado por poner un SSD, en este slot, porque son más resistentes y, sobre todo, tienen una mayor velocidad de lectura. Este pool, que es el nombre que el OS le da a una unidad de almacenamiento y que puede estar compuesta por uno o varios discos, recibe el nombre de caché. En unRAID el caché es tipo de pool concreto que facilita y mejora las velocidades de todo el sistema, al final no es mas que un disco que siempre está activo y sirve de intercambio de información entre los diferentes discos. Otro elemento importante, a tener en cuenta, es la presencia del Parity, que es un disco de seguridad donde se almacena una copia dinámica y en tiempo real de todo el contenido el server. En mi caso, dadas las características físicas del servidor y lo contenido del espacio, implica tener al menos dos discos del mismo tamaño, del que dispongo, he optado por no usarlo. Esto, evidentemente, es un riesgo asumido que puede desembocar en la perdida total de mis datos. Por eso, que no lo use, no quiere decir que no tenga copias de seguridad de las partes que me dolería perder. El segundo pool, es un HDD de 2.5 pulgadas y 2Tb que sirve de almacenamiento para todo el contenido multimedia. He elegido esta configuración concreta, con un factor de forma de un mini ordenador pero con una CPU potente porque mis necesidades así lo pedían a cambio, he sacrificado espacio de almacenamiento, la posibilidad de usar un Parity y algo de eficiencia energética. Mi servidor, por ejemplo, siempre está un poco subido de temperatura.
A la hora montar un servidor, es importante tener en mente este tipo de equilibrios. A no ser que contemos con un espacio infinito, un lugar que nos permita aislar el ruido, tenga una ventilación perfecta, acceso al router por cable y unas condiciones ideales y constantes, siempre va a haber que elegir unas características frente a otras. Un servidor muy potente, calentará más y será mas exigente en términos de electricidad, una mayor cantidad de discos duros necesitara una mayor refrigeración y ocupará mucho más espacio, uno menos potente puede que no de a basto a nuestras necesidades pero no se calentará tanto o no será tan ruidoso y uno ya premontado, como los Synology, puede que sea perfecto en todo, excepto en el precio, llegando a ser verdaderamente caros. Así que, como vemos, siempre vamos a tener que negociar con algún aspecto. En mi caso, dado que no tengo ningún sitio en el que meterlo y la toma del router esta en el salón, siendo ese su lugar definitivo, opté por una menor capacidad de almacenamiento y una CPU potente que diese a basto para todas mis necesidades pero que mantuviese a raya la temperatura de todo el conjunto aunque se mantenga un poco subida. En este sentido, los t de Intel son CPUs de bajo consumo con una mejor gestión de las temperaturas que los que no llevan letra o los k así que tienden a no calentar demasiado y, por tanto, a requerir menos el uso del ventilador. Pero hay muchísimas otras opciones que son igual de buenas. Podemos utilizar un mini PC Beelink, o equivalente, que montan un N100, los Synology, en general, las Raspberry Pi o un ordenador cualquiera, reciclado o montado ad hoc pueden hacer las veces de servidor. Cada uno, tendrá sus pros y sus contras.
En relación con este ultimo punto, es importante ser consciente de lo que vamos a necesitar y no optar, necesariamente, por opciones baratas o guiarse por la variable precio. A veces, decantarse por una placa base determinada, puede frenar en seco las posibilidades de evolución de tu servidor o CPUs que, sobre el papel, parecen perfectas, luego no lo son. Por eso, es muy importante ser consciente de todas las posibilidades del hardware del que disponemos y hasta donde queremos llevarlo. A la mayoría de la gente, le bastara con un Synology DS 223, o 123 si no queremos Parity (el primer numero es la cantidad de bahías que lleva y los dos siguientes el año del modelo) o un Beelink, ambos alrededor de unos 200€, discos duros aparte. Pero, eso solo es el principio. Las posibilidades que este tipo de dispositivos ofrecen son verdaderamente infinitas y únicamente limitadas por nuestra imaginación y el hardware del que disponemos. Hay que evitar los cuellos de botella, porque son muy frustrantes.
El software del Servidor Multimedia
Una vez ya hemos seleccionado el servidor y le hemos puesto el sistema operativo que nos gusta, ha llegado el momento de plantearnos que software queremos que haga las veces de nuestro servidor multimedia. Para mi, lo más importante es que fuese capaz de ser accesible desde dentro y desde fuera de mi red y tuviese conexión DLNA. De esta forma, podía elegir el disco que quería escuchar en mi AVR, como poner un CD o un Vinilo, pero también podía acceder a mi biblioteca desde el móvil, en el gimnasio o paseando por la calle. Es importante tener claro que la capacidad de transmitir en crudo, sin conversión, es muy poco exigente y cualquier cacharro puede hacerlo. Por eso, si solo lo queremos para dentro de casa, con un Synology 115j de unos 70€ en Wallapop nos sobraría. Si queremos tareas más exigentes, tendremos que buscar CPUs más potentes. Es importante, mencionar que es mucho más importante la capacidad de un CPU que la RAM, ya que todo el peso de este tipo de tareas descansa en la capacidad de procesado y no tanto en la RAM, a diferencia de lo que pasaría un ordenador de consumo, donde el peso de RAM es muchísimo más determinante.
Hechas las aclaraciones, el rango de programas y servicios a nuestro alcance es tan ingente, como desarrolladores hay en el mundo de internet. Hay para todos los gustos y colores. Yo, en un ejercicio de contención, voy a centrarme en tres que reúnen todo el espectro: Navidrome que es completamente libre, PLEX que es propietario y tiene opción gratuita y de pago y Roon que es exclusivamente propietario y de pago. Los tres están presentes tanto en unRAID, como en DSM y TrueNAS, pero la limitación del OS es algo real en lo que hay que pensar a la hora de elegir un software determinado. A día de hoy, estos tres son los que más he probado y los que he usado en un entorno de producción, véase extensamente, pero existen otras como Emby, Jellifyn, Mopidy, Volumio, Lyrion, Subsonic, etc... La lista es ingente.
De los tres, voy a empezar por Roon. Es el más completo. Tiene una gestión de la reproducción, de todas las etapas por las que transita un archivo cuando le das al play y todos los procesos que intervienen para que lo escuches, que es una pasada. Verdadero porno para la gente que, como yo, ama este tipo de cosas. También es el más bonito, su interfaz está tan cuidada y se siente tan única que da gusto usarlo, sin entrar a valorar cosas como que la información que añaden a los discos y artistas, es de lo más interesante. Aunque, para mi gusto, su principal baza radica en la gestión de la base de datos de las bibliotecas. Creo que, en esto, no tiene rival. Es más, con Roon es cuando he conseguido que la biblioteca estuviese taggeada correctamente, véase evitando que todo fuese alternativa, con el menor esfuerzo en tiempo y dedicación. Además, tiene una aplicación para moviles, Roon ARC, que es una delicia y funciona francamente bien.
Sin embargo, presenta dos tremendos problemas que lo descartan como opción viable. En primer lugar no retransmite por DLNA. Esto es un problema porque dificulta muchísimo la retransmisión en Hi-Fi y lo limita a un dispositivo que sea Roon Bridge, que es un tipo de aparato propietario que venden ellos o que licencian a algunas marcas, a un iPhone vía airplay, es importante saber que no vas a escuchar en Hi-Fi si envías un FLAC via Airplay desde un Android, o un Chromecast Audio para quien tuviera la suerte de hacer con uno de estos aparatos. Se puede escuchar en calidad Hi-Fi en los Google Assistant y en los Chromecast de video, pero las calidad de los primeros no da para Hi-Fi y los segundos obligan a tener la tele siempre encendida. Así que, como vemos, se hace complicado. En cualquier caso, si conectase una Raspberry Pi que hiciese de DAC, o directamente un DAC con receptor, este problema desaparecería, pero al final, son demasiados problemas. Por otro lado, cuesta 14€ al mes, lo que no es nada barato. No tarde en descartarlo, aunque me diese mucha rabia.
El segundo sistema fue Navidrome. Es completamente libre y se encuentra publicado en github, lo desarrolla un programador que se llama Deluan y está basado en la API de Subsonic que es otro servidor libre. En términos de rendimiento y de gestión general, es el mejor que he probado hasta la fecha: sencillo de entender, sencillo de configurar, cómodo de utilizar, potente y extremadamente ligero. Sin embargo, es muy exigente en términos de infraestructura, requiere que tengas un dominio propio, configurado un proxie inverso para acceder desde fuera de tu red (no me voy a detener a explicar lo que es esto, pero no es sencillo) y una biblioteca con que ya hayas podido trabajar y tengas los tags bien puestos. Todo esto, se traduce en muchísimas horas de trabajo muy desagradecido para que todo funcione correctamente. Podría funcionar sin todo esto, pero estarías perdiendo muchísima potencia en los mixes y los referidos. Además, al igual que ocurría con Roon y pasará con PLEX, introduce una serie informaciones sacadas de la API de Spotify y de Lastfm, que completan la experiencia de una forma bastante integrada y agradable.
No obstante, su principal defecto, para mi, es la senda que todo el proyecto ha elegido en relación con la conectividad general, dejando de lado DLNA y apostando por Sonos, Airplay y demás limitados y cerrados. Todo esto, sin tener en cuenta lo fragmentado de la experiencia que plantea, dado que no tiene más app que la PWA, la aplicación web, dejando el despliegue en el escritorio y el móvil en manos de terceros. La verdad es que encontrar una app que reúna nuestras necesidades y sea bonita, es una verdadera jungla. Es norma, dado que dependemos de la buena voluntad de muchas personas, pero es una verdadera lastima porque limita y fragmenta una experiencia que, por otro lado, podría ser perfecta. Cuando lo uso, en Android recurro a Symfonium y la PWA (la aplicación Web) en todos los demás sistemas (Windows, Linux y Chrome OS, principalmente). Aunque actualmente no lo use, lo tengo configurado y listo para volver si cambian las circunstancias. Es interesante mencionar que se conecta a sistemas como Hiby o Fiio y que, fuera del mundo de cualquier conectividad DLNA, funciona bastante bien.
El ultimo lugar estaría PLEX, que es el uso actualmente y el que recomendaría a todo el mundo que da sus primeros pasos en este mundo. No es mi preferido y tampoco creo que sea el mejor, pero su principal baza es que reúne todo lo necesario, está presente en casi todas las plataformas (yo no he sido capaz de encontrar una en la que no esté) y funciona con prácticamente nada. Claro, cuanto más restringido sea el sistema en el que lo instalemos, menos opciones tendremos. Por ejemplo, en las etapas iniciales de mi setup, cuando mi server era el Synology 115j, usaba dos bibliotecas: una en FLAC para casa y otra en m4a (el mp3 de Apple) para cuando estaba fuera, porque el servidor era incapaz de convertir. Con todo, es un perfecto servidor multimedia, gestiona nuestras bibliotecas de música, películas y series, tiene servidor DLNA, tiene una serie de aplicaciones verdaderamente notables, Plexamp es uno de los mejores reproductores de música del momento y funciona incluso con DAC externo, tiene un algoritmo propio de relacionados muy decente, algunas herramientas para hacer playlists bastante interesante, consta de un tier gratuito y otro de pago, es muy intuitivo y fácil de configurar, es seguro y no expone tu red, es multiusuario, permite la transcodificación de audio y de video, incluso por hardware (aunque solo si pagas), y, en general, deja una sensación verdaderamente satisfactoria en el usuario final. La verdad sea dicha, una vez lo tienes rodando es muy poco probable que necesites nada mas.
Aunque, para mi gusto presenta una serie de deficiencias importantes en la gestión de las bibliotecas de música. Es un absoluto desastre y termina generando el doble de trabajo ya que tiene una especie de sistema de doble tag que separa entre genero y estilo. Aun no he entendido cual es la diferencia y que necesidad hay de tener dos tags diferentes que sean iguales. En cualquier caso, este factor termina impactando en toda la experiencia al hacerla poco confiable, además de requerir una cantidad ingente de trabajo. Para mi, parece evidente que la voluntad de PLEX pasa por automatizar, al menos, la etiqueta de estilo pero aun estamos lejos de este paradigma y termina todo convertido en Alternative Rock y arruina las listas y los referidos que terminan convertidos en un sin sentido en el que Adrianne Lenker y Blood Incantation suenan uno detrás del otro, porque son Alternative.
Aun así, yo recomendaría empezar probando con PLEX y, si luego se queda pequeño, daría el salto a Navidrome. Pero lo más probable es que no sea necesario nunca. Con PLEX, un usuario medio o experimentado, tiene todo lo que necesita. El reto de configurar primero una instancia de PLEX permite entender desde un sentido practico que es lo que estamos buscando, como lo podemos conseguir y cuales son las limitaciones que ofrece todo el sistema. Dado que está disponible en todas las plataformas y tiene una opción gratuita, acceder a el se hace sencillo y podemos utilizar Windows, Mac o Linux para ponerlo en marcha de una forma sencilla en un ordenador cualquiera y con una interfaz conocida. Tan solo, tener en cuenta que, si quieres que el contenido esté disponible debe estar siempre encendido. Así, podemos probar sin gastar un duro y sin frustrarnos.
3. Cuando solo nos jugamos tiempo
A lo largo de todo este post he dejado de lado, deliberadamente, dos aspectos fundamentales. El primero, no he hablado de la importancia del router. Uno de los primeros pasos a realizar debería ser hacerse con un router neutro que nos permita configurar nuestras redes y nos permita gestionar todos los cambios que sean necesarios. Vamos a estar abriendo puertos y cambiando cosas de forma muy habitual y es mejor hacerlo de una forma comoda. El segundo, no he explicado ninguna configuración en concreto. Esto se debe al tremendo abanico de posibilidades y de problemas que podemos encontrarnos en el proceso. Mi chat esta abierto y estoy más que dispuesto a echar las manos que hagan falta. No temáis contactarme.
Lo que he comentado es una experiencia real, de una persona real. Es mi propia experiencia. A día de hoy funciono exclusivamente con mi biblioteca, autoalojada en mi servidor con PLEX. Hace más de dos años que no estoy suscrito a nada y, en todo este tiempo, no he dejado nunca de escuchar música nueva y tampoco he tenido dificultades que no me haya creado yo mismo. Así que, tranquilos y tranquilas, se puede vivir. Es más, la sensación de tener el control de lo que escuchas, de lo que tienes y de lo que te apetece, justifica de sobra, de sobra, toda la aventura y se encuentra en la base de la creación de este espacio. Donde antes solo veía una abrumadora biblioteca de canciones de algoritmo, ahora hay 480 discos que conozco al dedillo y que podría defender en cualquier arena. Para mi, el aumento de calidad de vida ha sido increíble. Ahora, ya estoy pensando en el siguiente proyecto, asi que, para la próxima guía, os comentaré como me salté las restricciones de protocolos gracias a un receptor DAC montado en una Raspberry Pi con Volumio.
Cuando tenía 19-20 años estaba en la uni haciendo audiovisuales y no tenía un duro para nada.
Por aquel entonces descubrí una página que se llamaba "PorDescargaDirecta". Ahí lo dejo. Y comencé a descargar discos de todo tipo. En esos años (2008_9) estaba iTunes y aunque había Spotify no era lo que es hoy. Tampoco podría haberlo pagado de todos modos.
Estuve varios años dejándome llevar por los discos que encontraba en aquella página web.
Tu texto me ha hecho recordar aquellos días porque solía guardar los discos que descargaba con mucho mimo, aunque los hubiera pirateado vilmente. Los escuchaba una y otra vez. Escuchaba... Hoy en día escucho menos música por falta de tiempo, pero lo intento.
Mi biblioteca de Spotify me abruma, me estresa y no quiero sentirme así. Al leer tu texto me ha recordado que llevo tiempo queriendo darme de baja de Spotify y montarme un NAS en casa. Quizá esto es una señal para mí. Volver a las raíces. Está vez pagando por la música, por supuesto.
Los dichosos algoritmos...